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De la infancia a la adolescencia

La adolescencia es la etapa de la vida que está más cercana a la infancia y de la que, en muchas ocasiones, es difícil hacer una separación o un tránsito entre las dos. Cada país tiene una normatividad que define hasta donde una persona es niño(a) y cuándo es adolescente. La adolescencia es un momento al que llega cada adolescente de forma distinta y en circunstancias diferentes. Lo importante es saber que para el adolescente es muy importante abandonar la infancia y lanzarse al mundo adolescente. Esta decisión se realiza con muchas ansiedades y temores que a veces demoran o apresuran la entrada en la adolescencia. Este proceso no dependerá sólo del adolescente como un acontecimiento micro (personal), sino que, también depende de otros factores macro (sociales). Es así que, tanto el adolescente como su contexto más cercano (familiar, escolar) y  el distante (cultural) marcaran las pautas para la forma como se vive la adolescencia. Por esto es que el adolescente emprenderá una transformación, que oscila entre la convulsión y la serenidad, pero también una transformación personal y social.

El adolescente tendrá en muchas ocasiones la marca de la infancia, lo nuevo de la adolescencia y lo porvenir de la adultez. Serán tres vectores que se encontrarán y permitirán que emerja un adolescente singular en sociedad. En Vamos a Terapia proporcionamos un espacio para que, el adolescente, pueda fusionar estos tres vectores (infancia, adolescencia, adultez) y permita surgir una subjetividad que le genera mayor satisfacción y capacidad para establecer unas aptitudes personales con las que pueda construir una historia de vida. Es por esto necesario que la adolescencia sea atendida con cuidado y dedicación porque allí se consolidan diversos procesos humanos que permitirán un mejor desarrollo y un lugar en la vida más satisfactorio.

Cambios de la adolescencia

  1. Modificaciones corporales: el cuerpo en la infancia se caracteriza por ser uniforme y con pocas características físicas que diferencian  al hombre y la mujer en cuanto constitución biológica. La única diferencia biológica en la infancia son los órganos genitales, de resto, los cuerpos de niños y niñas son muy similares. Vale subrayar  también, que las expresiones de género son elaboradas a partir de las relaciones familiares y sociales.  Cuando el niño da el salto a la adolescencia comienza un cúmulo de transformaciones en el cuerpo que marcarán el inicio de la pubertad como puerta a la adolescencia. Estos cambios biológicos ocurren rápida y abruptamente. La mayoría de las veces estos cambios veloces tienen un impacto tanto en el adolescente, en su familia y el contexto escolar. A veces estos cambios biológicos están acompañados todavía por una personalidad infantil, que necesita mucho más tiempo para asimilar esta nueva etapa de la vida. Los cambios biológicos presionan al adolescente y a la familia para que abandonen la etapa de la infancia y se embarquen en un nuevo momento de la vida.

Los cambios en el cuerpo también generan en el adolescente aceptación o rechazo, de acuerdo a la relación que el adolescente tenga consigo mismo y la familia con él. En algunas circunstancias el adolescente rechaza los cambios corporales, ya que, al inicio, éstos no son muy uniformes. Además, los cambios en el cuerpo los obliga a enfrentarse a temas como la sexualidad, los padres, la madurez, la manera de relación con los otros. Las modificaciones corporales son tan rápidas y abruptas que a veces el adolescente se abruma con estos cambios. En la otra orilla están los padres que al ver los cambios corporales de sus hijos los obliga a reorganizar la imagen que tienen sobre ellos, como que ya no son niños. También, los obliga a aceptar nuevos procesos para los que muchas veces no están preparados o no los quieren hablar tomando una posición de rechazo, como es el tema de la sexualidad en los adolescentes. De esta forma, los cambios biológicos en la adolescencia son como un volcán que irrumpe la armonía de la psiquis del niño y la “tranquilidad” del hogar.

  1. Transformaciones psicológicas: Otra dimensión que cambia durante la adolescencia es la organización psicológica. El adolescente abandona ciertas formas de pensar la vida características de la infancia. Pasa de un mundo “fantasioso” a poseer una perspectiva más reflexiva (lógica) de sí mismo, los demás y la vida. Sus opiniones están más asentadas en la “realidad” y su forma de pensar está acompañada por la  lógica,  mayor abstracción, con argumentos de sus opiniones  (Delval, J., 2014).  El adolescente comienza a desprenderse de una visión de la vida menos “mítica” y dependiente de la familia, para elaborar una perspectiva más propia a partir de su experiencia de vida, así sea poca. Las teoría que elabora el adolescente están más cercanas a la experiencia de vida y al contexto en el que se mueve, lo que hace que presente argumentos cada vez más lógicos.

Este pensamiento lógico y abstracto es un indicador del paso a la adolescencia. En este momento el adolescente ya puede hacer cálculos matemáticos complejos, hacer inferencias de la realidad, sacar conclusiones con argumentos sólidos, etc. Estos son indicadores psicológicos de la adolescencia. Lo importante de estas características psicológicas en la adolescencia, es que el adolescente se empieza a nivelar psicológicamente con los adultos.

La transformación psicológica más importante es pasar de un mundo infantil “dependiente” de los otros a un mundo construido por sí mismo en relación con los otros.

Delval, J. (2014). El desarrollo humano. México: Siglo XXI

  1. Modificaciones emocionales: Una de las mayores dificultades que vive el adolescente y su contexto cercano son los cambios emocionales “extremos” y cambiantes. En la tarea por construir una identidad los adolescentes pasan por experiencias contradictorias que en muchas ocasiones los confunden a ellos y a su familia. Hay momentos en que están eufóricos, disfrutan de su vida, sienten que la vida es lo mejor que les ha pasado, quieren lograr muchas cosas y las planean. En otras ocasiones son excesivamente tímidos, inhibidos, tristes y su desmotivación es tan alta que se les dificulta las tareas cotidianas. Estos cambios emocionales que a veces son extremos confunden al adolescente y a su familia, quedando con la sensación de no saber qué hacer, o en el peor de los casos, recurrir al psiquiatra para medicación. Muchos comienzan a catalogar al adolescente como enfermo o a señalar condiciones clínicas graves. Lo que es difícil entender para el adolescente, su familia y el colegio, es que, la construcción de la identidad es un proceso tan complicado y difícil, que la mayoría de las veces catalogan estas expresiones emocionales extremas, como problemáticas o patológicas, y no, como un proceso necesario y saludable para edificar la identidad. La identidad no es un proceso que se consolida en la serenidad. Aún así, es necesario diferenciar entre las emociones extremas características de la constitución de la identidad, de las emociones extremas que evidencian un problema psicológico que atropella al adolescente y agrave su experiencia de adolescencia.

La intensidad emocional del adolescente preocupa mucho a la familia y al contexto escolar, pero, esta intensidad evidencia que están ocurriendo procesos internos y sociales con los que el adolescente lidia para elaborar su identidad. Indudablemente, los padres y el contexto escolar añoran una adolescencia sin mayores perturbaciones y conflictos, pero, en Vamos a Terapia afirmamos que una adolescencia sin perturbaciones y conflictos es preocupante, ya que podríamos estar observando a un adolescente sobreadaptado, renunciando así mismo.

  1. Cambios interpersonales: Durante la adolescencia también ocurren cambios en la manera como el adolescente se relaciona con los demás y especialmente con aquellos que son más cercanos. Es importante destacar que las relaciones interpersonales impactan en el adolescente y en su contexto cercano debido a las costumbres de relación que se tenían con él durante la infancia. En la adolescencia, el adolescente es más autónomo, actitud que los demás experimentan como rebeldía. Es menos dependiente de las opiniones y cosmovisiones de su familia, especialmente de los padres, lo que genera un duelo tanto en los padres como en el mismo adolescente. Pasa de confiar en los padres con profundidad y entera confianza, a confiar más en sus amigos y su pareja. Es menos proclive a confiar en las instituciones sociales y en las figuras de autoridad, ante ellas muestra una actitud de desconfianza y rechazo. Las relaciones que empieza a entablar el adolescente son cada vez menos infantiles y más adultas. Es por esto que cuando lo tratan como un niño(a) el adolescente se enoja y confronta esta actitud hacia él. El adolescente quiere que lo traten como un adulto, que se relacionen con él como una persona con derechos y opinión propia.

Aún así, es más proclive a la influencia de los amigos(a) y de grupos sociales. Esta influencia en el adolescente se debe a que su pensamiento apenas está en proceso de consolidación y formación, teniendo en muchas ocasiones actitudes de niño, en otras de adolescente y en otras de adulto. El adolescente necesita tiempo para reducir la influencia que fácilmente se puede ejercer en él. 

Cuando logra tener su primera pareja, esta relación es incondicional, íntima, con una gran fusión afectiva y sexual. Pasa más tiempo con sus amigos y su pareja, y rechaza frecuentemente el espacio con los padres o la familia. Los cambios interpersonales se enfocan en descubrir y explorar el mundo social, y construir allí su identidad sin abandonar o rechazar su contexto familiar.

Los cambios en las relaciones interpersonales afectan mucho a los padres ya que ellos eran los depositarios del tiempo y la confianza del niño(a), pero ahora, son otros los depositarios. Los padres en muchas ocasiones se sienten rechazados, heridos y relegados por su hijo(a), pero, lo que ocurre, es que el adolescente está consolidando su mundo de vida fuera de casa.

  1. Variación en la relación consigo mismo: otro cambio fundamental del adolescente es la relación que entabla consigo mismo. La relación consigo mismo va a depender de muchos factores que contribuyen al cuidado de sí o al desprecio de sí. Cuando el adolescente ha logrado elaborar una relación consigo mismo “saludable”, se encuentran conductas de autocuidado; construye redes de apoyo con su familia, pareja y amigos a los recurre en los momentos difíciles; los momentos de crisis son experimentados sin auto ni hetero agresión, aunque, con dolor; se siente satisfecho con los cambios en su cuerpo, y sino, busca alternativas para reconciliarse con su biología. Por el contrario, cuando hay una relación de desprecio de sí, el adolescente presenta conductas de riesgo; se autoagrede; está constantemente insatisfecho con su cuerpo y trata de violentarlo; sus relaciones de pareja o de amistad presentan frecuentes conductas de riesgo; se van presentados síntomas clínicos relevantes (ansiedad, depresión, aislamiento, etc.).  Esta relación del adolescente consigo mismo compromete varios factores que contribuyen a vivir una adolescencia “normal” o “conflictiva”.

En los contextos actuales se observan ciertas conductas que dan cuenta que el adolescente entabla una relación de desprecio hacía sí mismo: cutting, problemas de alimentación, intentos de suicidio, consumo de drogas, pertenecer a grupos con condcutas de riesgo, una sexualidad riesgosa, etc. Estos comportamientos pueden dar cuenta que el adolescente tiene un mundo psicológico caracterizado por el rechazo, odio, culpa e insatisfacción consigo mismo. Es por esto que una de las grandes tareas de la adolescencia será la aceptación que el adolescente hará de su cuerpo y de su personalidad, lo que le permitirá mayor satisfacción con esta etapa de la vida y con las que vendrán.

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