La adolescencia ha sido considerada a lo largo de los años como una etapa de diferentes duelos, donde reina el caos y la crisis, y es el momento de la vida de las personas de la cual nadie quiere saber, los padres se muestran incluso más confundidos que sus hijos y hay una demanda constante por saber si la transición de la niñez a la adolescencia de mi hijo ocurre de una forma “normal” o “patológica”. Por esto, en Vamos a Terapia proponemos la comprensión y abordaje de la adolescencia no como un momento de crisis, sino como un momento de transición que implica el logro de unas tareas psíquicas, sociales y relacionales (Espinosa, 2010)[1], las cuales le permitirán al adolescente el desarrollo de capacidades para asumir de manera saludable las exigencias y retos de la vida.
Estas tareas de la adolescencia son motivadas por los cambios biológicos propios de la edad, pero no se puede negar la importancia de las exigencias sociales que hacen necesarias las conquistas de estas tareas del adolescente:
Independizarse de lo familiar
El adolescente tendrá la tarea de darle un nuevo lugar y significado a su entorno familiar, ya que debe dejar a un lado las dependencias infantiles. Esto le permitirá transportar el amor que siente hacia sus padres o cuidadores hacia otras personas externas a la familia, aunque estas formas de relacionarse con su grupo primario serán las bases para las relaciones sociales y afectivas del adolescente.
Para los padres es difícil en ocasiones permitir esta separación, porque los confronta con la pérdida de la imagen que tienen de sus hijos pequeños, de su identidad de niño y con la relación de dependencia y autoridad poco cuestionada durante los primeros años de vida. Sin embargo, esto es necesario para que el adolescente pueda asumir responsabilidades por lo que hace y por lo que es, a pesar de que se enfrenta al mismo tiempo al duelo de sus padres de la infancia, el desconocimiento y angustia por el mundo adulto, la desconfianza y la idea de no ser comprendido por las demás personas.
La conquista de esta tarea le permitirá al adolescente asumir diferentes responsabilidades, tomar decisiones, elegir una pareja, un grupo de pares e identificarse con otras personas y roles que le permitirán definir aspectos importantes en su identidad y personalidad.
Estar en el mundo
El contacto con ambientes y entornos externos a la familia favorece el proceso de separación de los padres, gracias a esto el adolescente tendrá las bases para construir su identidad, debido a la posibilidad de ver diferentes roles, formas de ser y de relacionarse que tienen otras personas que servirán de modelo de eso que quiere llegar a ser en el futuro. Para lograr esta separación con los cuidadores es fundamental estar fuera de los ambientes familiares y relacionales infantiles y enfrentarse a retos y decisiones propias de la adolescencia. Por esto, el adolescente se enfrenta a situaciones que requieren de mayor autonomía. Esta tarea trae además la capacidad de establecer nuevas relaciones, la capacidad de estar solo y un nuevo posicionamiento hacia los roles sociales de trabajo.
Haber tenido una relación cercana, de confianza y un vínculo seguro con los cuidadores le permitirá posteriormente al adolescente establecer con los pares y parejas relaciones saludables y además le permitirá generar la capacidad de estar solo, lo cual es un signo de madurez en el desarrollo emocional y podrá realizar las actividades que requieren concentración, disciplina, autonomía, las cuales son fundamentales para el desenvolvimiento en el ámbito académico y laboral.
Es importante que el adolescente transite entre el abandono del juego y las actividades lúdico-recreativas que de una forma simbólica preparan para devenir médicos, músicos, deportistas y demás actividades (profesiones-roles), para encontrar actividades que fomenten la preparación para la vida adulta, ya que tanto las exigencias académicas como laborales incrementan y se hace necesario el desarrollo intelectual y cognitivo.
[1] Espinosa, H.D. (2010). Las tareas de la adolescencia: una lectura de la adolescencia normal,. Clínica e investigación Relacional, 4 (3): 620-647. [ISSN: 1988- 293]
Construcción de sí mismo y la identidad
La construcción de la identidad es una tarea central del desarrollo y se da de forma gradual. Para lograrlo, el adolescente debe estar inmerso en nuevos ambientes relacionales, en diferentes entornos, contextos y actividades que le permitirán identificarse con roles y personas diferentes a sus padres y familiares. Esto lo llevará a hacerse preguntas claves y propias de la adolescencia: ¿quién soy? ¿a quién amar? ¿a qué me dedicaré en el futuro? Las cuales responderá hasta llegar a la adultez.
Para dar inicio a la elaboración de la identidad, el adolescente deberá realizar un duelo por su identidad infantil, en el cual se dan ajustes a nivel biológico y social, en las ideologías familiares, estándares, demandas, prohibiciones, normas y límites impuestos por los padres, para dar paso a una búsqueda de mayor independencia y una norma que no esté determinada por la aprobación o el apoyo parental. Para esto, el adolescente deberá fortalecer la habilidad para realizar juicios morales, éticos, intelectuales críticos y auto-críticos que le permitirán formar una opinión y criterio propio, los cuales son aspectos fundamentales para hacerse una idea de la persona que quiere llegar a ser, sin aspiraciones excesivas, que sean compasivas con él mismo, posibles de cumplir y acordes a la edad, esto si se le ha permitido tener apertura a otras posibilidades, planes, proyectos y motivaciones. Sin embargo, por la complejidad de estas tareas, el adolescente podrá estar inmerso en situaciones que creerán que lo desbordan y para tramitarlas es importante que los demás, incluidos sus padres validen, confirmen y acompañen los retos de este momento de su vida, para poder sentir por fin que ocupan un lugar importante en la sociedad.
Para lograr esta conquista, es primordial la diferenciación de los padres, madurar y ganar autonomía, tener unos recursos psíquicos que le permitan explorar su sexualidad, los cambios físicos y emocionales y así por fin devenir él mismo.
Crear recursos psicológicos para su vida
La adolescencia se convierte en un momento crucial para la ganancia de recursos psicológicos que se dan a nivel interno y externo, y que se convertirán en factores de protección para afrontar de una forma adecuada diferentes situaciones problemáticas o retadoras que generan sentimientos frustración, tensión o ansiedad y los cuales son fundamentales para transitar de una forma más tranquila esta etapa del curso de vida.
Para lograr este objetivo, en Vamos a Terapia acompañamos a los adolescentes para que puedan poner límites, tener carácter, autocontrol, regulación emocional, confianza, una adecuada valoración de sí mismos y sentido de autoeficacia para que puedan desplegar su potencial humano y gozar de una vida en plenitud y tranquilidad.
Establecer un grupo de pares
En la adolescencia se presenta una ambivalencia constante entre el aislamiento y la búsqueda por el espacio íntimo y personal y el deseo de ser aceptado socialmente en un grupo de pares, quienes se constituyen en un espacio sustituto a la familia, por esto es importante que el adolescente esté inmerso en ambientes potenciadores del desarrollo (artísticos, culturales, deportivos, académicos), ricos en estímulos, actividades que desarrollen su intelecto y la socialización pero también el placer y el disfrute para encontrar una forma auténtica de ser y de relacionarse con su grupo de pares.
Para lograr encontrar un grupo de pares, los adolescentes demandan constantemente a sus padres libertad y permisividad para explorar otras personas, ambientes y espacios, pero es común encontrar estilos de crianza en los cuales el miedo y la prohibición son los protagonistas, lo que lleva a los jóvenes a experimentar frustración, tristeza, rabia o agresión consigo mismo o los otros. Estos temores de los padres usualmente están asociados a las ofertas que pueden recibir sus hijos fuera del hogar, el consumo de alcohol o sustancias psicoactivas, prácticas delictivas, accidentes y los peligros de la ciudad, pero será necesario permitir que experimenten con autonomía y responsabilidad las diferentes situaciones y retos de la vida cotidiana, validar y comprender sus gustos e intereses y confiar en que el adolescente está haciendo lo mejor que puede con las habilidades que ha construido a lo largo de su vida.
Conquistar intimidad y privacidad
Hay una creencia recurrente en los adultos que los lleva a pensar que los niños y los adolescentes no tienen vida íntima, por lo que les cuesta permitir espacios de privacidad, aunque esto se establezca en el artículo 33. Derecho a la intimidad del Código de Infancia y adolescencia: “Los niños, niñas y adolescentes tienen derecho a la intimidad personal, mediante la protección contra toda injerencia arbitraria o ilegal en su vida privada, la de su familia, domicilio y correspondencia. (…)”. Esta creencia ha llevado a los padres a tener una actitud de vigilancia constante de lo que hacen sus hijos, incluso en algunos casos esto los lleva a vivir una relación que puede ser tomada por los adolescentes como una intrusión, debido a que revisan sus teléfonos celulares, cuentas de correo, redes sociales y las conversaciones que estos tienen con sus amigos, con y sin consentimiento. Por esto es común escuchar padres preocupados luego de ver la forma como se expresan sus hijos con sus pares y la forma que tienen de relacionarse. Todo esto ha obligado a los adolescentes a vivir una vida en la cual se pierde su espontaneidad y se inhiben deseos, pensamientos, gustos e intereses y lleva a los padres a tener una idea diferente de cómo son sus hijos en realidad.
Por esto es fundamental ceder poco a poco a la demanda que hacen los adolescentes de experimentar momentos de privacidad en espacios físicos, virtuales, reales o simbólicos, porque la soledad no implica necesariamente que los jóvenes estén haciendo algo perjudicial, sino que les permite organizar pensamientos, ideas, fantasías, o simplemente se encuentran en la tarea de entender todo aquello por lo que están pasando en este momento de su vida y que no están dispuestos a compartir con cualquier persona o en cualquier lugar.
En Vamos a Terapia entendemos la importancia de que tanto los padres como los adolescentes conquisten una privacidad e intimidad diferente a la que se experimenta en la niñez para que los jóvenes puedan transitar una adolescencia en la cual se respeten y distingan los límites de la vida pública y privada, porque sabemos que la libertad es fundamental para crecer. Así pues, invitamos a los padres a:
1. Respetar los espacios de intimidad y soledad de los adolescentes, porque esta es una búsqueda saludable del espacio personal cuando se da en una medida justa que favorece el desarrollo, y al mismo tiempo mejorará la relación que se establece con ellos.
2. Encontrar un equilibrio entre el acompañamiento, la vigilancia y el respeto por sus espacios, permitirles la soledad y que al mismo tiempo puedan encontrar presencia y disponibilidad ante la búsqueda de cercanía y confianza, que posibilitará identificar situaciones de riesgos y la protección cuando se hace necesario.
3. Confiar en ellos y tener una presencia no invasiva y que vaya al ritmo y al tiempo que el adolescente es capaz de soportar.
Sexualidad y enamoramiento
Uno de los aspectos que incomoda a los adultos y a los padres en la adolescencia de sus hijos es el deseo de explorar su sexualidad, porque para esto es necesario que se les haya permitido tener intimidad y privacidad, estar fuera de casa, explorar otros entornos y personas, ya que esto será el insumo principal para vivir una sexualidad plena, satisfactoria, sin pena o vergüenza para finalmente encontrar una pareja para la experimentación de sensaciones placenteras que van más allá del componente erótico – sexual.
La exploración de la sexualidad se vive desde la primera infancia y aunque se presenta poca aceptación de los adultos y en la mayoría de los casos represión ante prácticas auto-eróticas y de exploración del propio cuerpo, en la adolescencia se da el paso de estas prácticas al encuentro con otros cuerpos y otras actividades propias de los adultos. Por esto, es necesario que el adolescente entable relaciones confiables con sus padres o cuidadores en las cuales puedan aprender acerca del sexo y la sexualidad.
Para que el adolescente viva una sexualidad plena y placentera es necesario que durante esta etapa se configure la identidad de género, y que de una forma subjetiva atribuya las características de los roles masculinos y femeninos. Esta identidad de género se constituye a lo largo de las experiencias de exploración en la niñez, de las relaciones con los vínculos primarios, la interacción con otros, las identificaciones que realiza a lo largo de la vida, las características propias del adolescente y se consolida al final de la adolescencia la orientación sexual cuando la identidad y la representación del sí mismo ya se encuentra bien estructurada.