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Los retos de ir a terapia

Transitar por una terapia implica asumir varios retos que deben tenerse en cuenta para no naufragar en el intento. Inicialmente, la terapia conlleva a responsabilizarse del propio sufrimiento, en la medida en que sólo cada persona puede asumir las consecuencias de la historia de vida que tuvo. Estas consecuencias que en la mayoría de los casos son psicológicas, sólo pueden ser reparadas por quien consulta a terapia en compañía de su psicólogo(a). Este aspecto es importante ya que en muchas ocasiones se puede pasar la vida responsabilizando a los demás incluidos los padres, del dolor y de las dificultades que se tiene para vivir en el presente. En “Vamos a Terapia” si bien, reconocemos que hay personas que estuvieron involucradas en la manera como inició una historia de sufrimiento, también somos conscientes, que en el presente esas personas ya no pueden hacer nada por la manera en que vivimos ahora. Es cada persona, con un acto de responsabilidad, de cuidado y protección hacia sí mismo, de responsabilidad con la propia vida y con el futuro, la que decide reorganizar su vida para vivir un poco mejor. Este acto sólo puede hacerlo el que consulta.

Otro reto importante en una terapia es asumir y tolerar el dolor que implica curarse. Como lo afirma Byung-Chul (2021) vivimos en una sociedad positiva, es decir, que deja de lado la negatividad de la vida porque esta negatividad es dolorosa y al vivir positivamente se ha olvidado que el dolor, la frustración, los límites, la espera, entre otros, hacen parte de la vida. Así mismo, es una sociedad paliativa (Byung-Chul, 2021) que trata por todos los medios de evitar el dolor, así sea con medicamentos psiquiátricos, técnicas terapéuticas dirigidas a deshacerse de la vida o detener por unos momentos el vivir en el cuerpo y la mente. O, como milenariamente se ha hecho, el consumo de alucinógenos así sea con una finalidad terapéutica, para perder la conciencia, ya que la conciencia de vivir es abrumadora. Una terapia psicológica implica asumir el dolor, porque este hace parte del proceso de reparación de la vida; tolerar el dolor, porque para curarse hay que atravesar lo que más duele, no a partir de su eliminación sino de su confrontación y vivencia. El dolor se confronta y se vive, pero no para quedarse ahí, sino para salir a través de él. El dolor es la puerta de salida a la curación.

Otro reto es el de querer tener el gobierno de la propia vida hasta donde sea posible. Una de las experiencias más difíciles es no poder tener el control de la propia vida, que en última instancia es querer tener el control de nuestra mente. En este sentido, en la mente vivenciamos pensamientos, deseos y tendencias que muchas veces controlan nuestro comportamiento, emociones y relaciones. Muchos de los actos que se realizan cotidianamente están relacionados con detener la mente, dejar de tener un pensamiento particular, acabar con una tendencia interna que no toleramos, con una emoción que nos abruma, con un pensamiento que no se va. Para esto se hacen muchos intentos y se echa mano de muchas estrategias, pero reiteradamente somos vencidos por nuestra mente. En “Vamos a Terapia” tratamos de que las personas que asumen con cuidado y coraje el análisis de su vida, tengan un dominio más amplio de sus propias tendencias psicológicas para que ellas no se vuelvan mortíferas y deterioren su vida. En este sentido comprendemos la afirmación de Nietzsche (2000) sobre que la vida misma es la voluntad de dominar, pero en este caso, de dominio de nuestra mente.

Aunque suene paradójico, ir a terapia tiene como reto aceptar y aprender a estar bien y sostener esta experiencia de vida. Por muchas circunstancias culturales y personales la vida como sufrimiento es alabada y añorada. Pero, en terapia psicológica promovemos la manera de dejar de estar acostumbrados al sufrimiento y al dolor, y posibilitar alternativas de experimentar la vida como satisfactoria, placentera y ética por sí misma. Pero sabemos que para tener esta experiencia de vida hay que romper radicalmente con las situaciones que mantienen y promueven una experiencia de vida dolorosa. Aunque suene interesante y seductor, los seres humanos mantenemos vínculos dolorosos, no porque sean dolorosos, sino porque son los únicos vínculos que hemos tenido. Es por esto que estar bien y sostenerlo a lo largo del tiempo implica reorganizar la vida psicológica.

Byung-Chul, Han (2021). La sociedad paliativa..  Herder, Barcelona, 96 págs.

Nietzsche, F. (2000). La voluntad de poder. Froufe, A. (trad.). Madrid: Edaf. 469 págs.

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