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Por qué los adolescentes incomodan a los adultos

Para entender por qué un adolescente incomoda o enoja a los adultos debemos adentrarnos de nuevo en la infancia. Durante la infancia, los padres tienen un control “total” de los hijos; los niños son seres completamente dependientes del cuidado y protección de los adultos. Este cuidado de la infancia por parte de los adultos implica, en muchas ocasiones,  un sometimiento a la cosmovisión del adulto. Los niños acatan con mayor facilidad las órdenes, cumplen sin mucha resistencia el deseo de los padres, sea cual sea. Los padres conocen todo respecto del niño, los niños no tienen secretos ni vida propia, tampoco privacidad ya que los padres examinan todos los aspectos de su vida. Los niños asumen como propia la forma en que los padres piensan la vida. Los seres humanos al ser la especie que más tiempo requiere para la independencia y la madurez, implica muchos años bajo la protección y cuidado de un adulto. Usualmente los padres están felices cuando los niños cumplen todas sus expectativas, pero, cuando no lo hacen, buscan los medios para que el niño(a) se enfile de nuevo en la tradición familiar y en el cumplimiento de sus expectativas.

Los adolescentes, en su mayoría, rompen con los esquemas de la infancia y con las expectativas de los padres y su contexto adulto. El adolescente comienza una lucha por crearse un lugar propio en el mundo  y mediado en lo mínimo por su familia y las instituciones sociales. Para tratar de romper con los años de autoridad de los padres y los adultos, se embarca en discusiones, confrontaciones y en ocasiones conductas de riesgo, pero, con la finalidad de reafirmar su autonomía,  sentirse dueño de su vida, su cuerpo, sus decisiones y su futuro. También sucede que el adolescente, a diferencia del niño, comienza a tener vida privada y espacios donde los padres y la familia no entran. De igual forma, el adolescente renuncia a sus padres como confidentes primordiales y se dirige a sus amigos para encontrar en ellos los depositarios de su intimidad. Se asocia a veces con amigos, grupos o pareja que le generan malestar a los padres. Discute y confronta las expectativas que los padres tenían con ellos. En esta lucha del adolescente por su independencia puede ser visto como violento, crítico, cruel y distante. Pero, en realidad, lo que el adolescente pretende es crear su propia historia.

Todos estos acontecimientos hacen que los padres y  adultos sientan rabia con los adolescentes. Incluso muchas veces son nombrados como “aborrecentes”, pero, porque se separan de lo esperado por el mundo adulto, institucional y tradicional. Los adultos experimentan estas conductas como una guerra hacia ellos, que en ocasiones lo es. Es por esto que la respuesta de padres y adultos en ocasiones es severa, controladora, punitiva y en caso extremo violenta. Los padres y adultos sienten que el adolescente los odia, lo que hace que sus conductas sean una reacción a esta interpretación que se hace de los adolescentes. En Vamos a Terapia no desconocemos que la etapa de la adolescencia, como cualquier etapa, es difícil para el adolescente y para los padres, pero, señalamos que el adolescente en su afán y tarea por crearse una identidad presenta conductas reactivas y difíciles de asumir. También afirmamos que la construcción de una identidad es un proceso donde la serenidad y la convulsión están presentes; donde las emociones son muy intensas; las relaciones muy apasionadas e idealizadas; el cuerpo odiado y amado; los padres amados y odiados. Pero, creemos que ese es el proceso de una adolescencia “normal”; sumado a los nuevos contextos culturales de conexión a internet, redes sociales y capitalismo.

En Vamos a Terapia pensamos que los adolescentes oxigenan la vida adulta; recrean los procesos rutinarios y cotidianos; posibilitan la construcción de nuevos sentidos de vida; permiten pensar que la vida es mucho más que nuestras rutinas cotidianas; nos recuerdan que sentir a profundidad y con exceso acrecienta el amor a la vida; nos ayudan a reconocer que la amistad y la lealtad son fundamentales para vivir mejor; nos reafirman que un amor con entrega y pasión es necesario. Pero, también afirmamos, que los padres necesitan acompañamiento para poder amar al niño(a) que ya no está, y confiar en que su hijo(a) elaborará una identidad que le permita satisfacción con su vida. Comprendemos que para los padres la relación con los adolescentes es difícil y conflictiva y necesitan de apoyo y compañía. En Vamos a Terapia ofrecemos un espacio para que los adolescentes constituyan una identidad propia y satisfactoria, y para que los padres se sientan tranquilos y disfruten el proceso de ver crecer a sus hijos.

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